miércoles, 13 de junio de 2012

"Cuba enamorada de Fidel" por Julio César Ibarra

En la Habana Vieja.
En el Malecón con músicos callejeros.

La Habana Vieja vista de la azotea con Ernesto Cardoso.


Cuba es a Fidel como el aire para los cubanos.  Ellos y ellas, los cubanos están enamorados de la revolución de Fidel.

En Cuba todo encanta, el malecón acompañado de unos músicos que interpretan  canciones de Bellavista Social Club, La Habana Vieja, que transporta a uno a otra época, con sus casas señoriales despeinadas, desvencijadas, ocupadas por moradores que se tomaron las casas, que no las reparan porque algún día vendrán los verdaderos dueños a reclamar sus moradas. Como si algún día se acabará el sueño revolucionario y todo volverá a la normalidad. Es que en Cuba nada es normal, ni la gente que te habla en las calles y te cuenta que fueron expedicionarios en  Angola o Etiopía y otros, que estuvieron en Chile en tiempos de Allende, la mayoría de los automóviles son de las años 50 del siglo pasado, lo que ya lo hace sentir a uno que el tiempo se detuvo. El tiempo transcurre lentamente en la isla, cuando uno va a tomar un colectivo hay una fila de gente esperando, entonces uno pregunta "¿quién es el último?" y cuando le dicen uno puede hacer otras cosas porque nadie osará tomar su lugar.


Cuando visité Trinidad, pequeña ciudad, ubicada en la central provincia de Sancti Spiritus, conocida como Villa de la Santísima Trinidad, fundada en 1514, también llamada la Ciudad Museo de Cuba, que tiene el privilegio de ser una de las localidades coloniales del país, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988, tuve la sensación de ir cinco siglos atrás, porque la ciudad está tal cual como la fundaron los jesuítas.

Pero el pueblo cubano vive en la pobreza misma, alegre, pero pobre.  Fabián, el hombre de pensión en que estábamos, nos contaba que el Estado no los deja tener más de dos caballos porque más sería la posibilidad de generar capital. Él lo dice así "el Estado" no Fidel ni Raúl. Vaya lucidez de Fabián.

Mientras tanto, Eusebio Leal, el Historiador de La Habana, se dedica a la reconstrucción del casco histórico de la ciudad, moviendo en torno a la actividad, miles de dólares, con que cientos de cubanos, dirigidos por restauradores canadienses, contribuyen al Turismo una de las principales generadora de divisas para el país. Y pese a que una de las principales obras de reconstruccion  es la Iglesia Ortodoxa Rusa, las iglesias se ven abandondas, en Trinidad, y al igual que en Salvador de Bahía, Brasil, la santería ocupa un lugar importante en las creencias del pueblo, sus templos son casas humildes donde la santera o el santero atienden a sus seguidores.

Visité también, en La Habana Vieja, un Centro de Acogida de niños de la calle, dotado de educadoras, fonoaudiólogo, orientadora, psicóloga, todos dirigidos por Lucio, quién tuvo la amabilidad de invitarme a conversar con el equipo.  Me contó que el centro había surgido por la necesidad de acoger a niños y niñas que se dedican a la prostitución con los extranjeros.  Este centro está ubicado en una bellísima casa colonial,  con un tragaluz que ilumina las escaleras de fierro y madera, al estilo del siglo XVIII, por qué esto es relevante, porque es una muestra de cómo el Estado cubano trata a los más pobres.  Sin embargo, ese equipo de profesionales gana un equivalente a US$ 11 dólares al mes, un equipo así cuesta en Chile varios millones al mes, pero al parecer para ellos no es importante, sí es importante quitarle un niño a la calle.

Todo es culpa del bloqueo norteaméricano que ya se extiende por más de cuarenta años.  El bloqueo es la excusa que tienen los Castro para mantener la isla tal cual como está.

A pesar de esto, el pueblo cubano tiene "charme", encanto.  Se saben pobres, pero ganadores, así junto a su comandante han recorrido Haití, Nicaragua. El Salvador, Bolivia, Ángola, Etiopia y hasta Chile después del terremoto del 27/Febrero, ya sea en campañas de salud y alfabetización, como en campañas militares. Los ha hecho sentir orgullo por su patria y su comandante.

Fidel, ha compartido el pan y el vino con su pueblo y con este gesto ha compartido también su revolución, por esto es que a los cubanos no les gusta la resistencia de los cristianos, porque en ellos habita un Dios más antiguo.